CIERRE MERCADO
ACCIONARIO LOCAL
Índice COLCAP cierra con
apreciación del 2,78%
El
Índice de capitalización de la Bolsa de Colombia (COLCAP) cerró el miércoles en
1.233,34 unidades, con un aumento del 2,78% frente a la jornada anterior.
En
lo corrido del año el indicador bursátil registra una variación positiva del
6,90%. En cuanto al índice de liquidez COLSC, éste subió 1,75% a 889,16
unidades, y el COLIR subió 2,84% a 778,85 unidades.
Ayer
se negociaron $165.884,93 millones en 3.199 operaciones. La especie con el
volumen más alto de negociación fue ECOPETROL, con $33.717,04 millones
(variación positiva en su precio del 10,53% a $1.155,00). También se destacaron
en este aspecto, PFBCOLOM ($26.660,31 millones, con cambio positivo en su
precio del 1,37% a $25.100,00) junto con PFGRUPSURA ($14.062,97 millones, con
cambio positivo en su precio del 2,04% a $36.100,00).
Por
su parte, ECOPETROL logró el ascenso más importante durante la sesión. El
precio de este título creció un 10,53%, con cierre de $1.155,00. También se
destacó por su apreciación; PFAVH, cuyo precio creció un 6,86% a $1.870,00; y
CNEC, que ascendió un 6,57% a $7.140,00.
Entre
los títulos con mayor descenso en la jornada el más importante fue COLTEJER,
con una variación negativa del 8,11% a $1.700,00. También se presentó
depreciación en: FABRICATO (con una variación negativa de 2,79% a $17,40) y
PROMIGAS (con una variación negativa de 0,64% a $4.650,00).
Fuente:
BVC
Crudo sigue ganando por congelar producción
El barril subía en torno a 35 dólares por barril el
jueves, luego de que Irán elogió los planes de Rusia y Arabia Saudita y por un
reporte de la industria que mostró una inesperada caída en los inventarios de
crudo en Estados Unidos.
El
avance se sumaba a un alza de más de 7 por ciento en la sesión anterior, que
ocurrió pese a que analistas dijeron que el mercado había reaccionado de forma
exagerada al apoyo de Irán a los esfuerzos por limitar la producción y que la
estrategia de Moscú y Riad no reduciría el superávit global de suministros.
El petróleo
Brent subía 38 centavos, a 34,88 dólares por barril, luego de cerrar con alza
de 7,2 por ciento en la víspera. El barril en Estados Unidos ganaba 69
centavos, a 31,35 dólares.
El
ministro de Petróleo iraní, Bijan Zanganeh, se reunió con sus pares de
Venezuela, Irak y Qatar el miércoles pero no dijo si Teherán limitaría su
producción en línea con la decisión de Rusia y Arabia Saudita.
El
crudo se ha desplomado desde los más de 100 dólares por barril que alcanzaba a
mediados del 2014 ante un exceso de suministros, y la caída que se profundizó
luego de que la Organización de Países Exportadores de Petróleo abandonó ese
año su política de reducir la oferta para apuntalar los precios.
Irán
exportaba cerca de 2,2 millones de barriles por día (bpd) de crudo antes del
2012, cuando las sanciones impuestas por potencias de Occidente para restringir
el programa nuclear de Teherán redujo los envíos a casi 1,1 millones de bpd.
El
petróleo también era impulsado por el reporte del grupo de la industria
Instituto Americano del Petróleo que mostró el miércoles que las existencias de
crudo de Estados Unidos cayeron inesperadamente en 3,3 millones de barriles la
semana pasada. La Administración de Información de Energía (EIA) difundirá su
reporte semanal de inventarios.
Fuente:
Portafolio.
A Colombia se le agota el tiempo para evitar una crisis
El
shock para la economía colombiana ha sido de tal magnitud que los ajustes que
exige son severos. Las calificadoras ya encendieron las alarmas rebajando la
perspectiva de la calificación colombiana. ¿Cuánto tiempo más nos darán los
mercados?
Este ha sido uno de los comienzos de año más
difíciles para la economía nacional y mundial en la época reciente. Las tensiones en los mercados
mundiales y los indicadores internos como la inflación y el déficit en cuenta
corriente han hecho que muchos tengan dudas sobre lo que está pasando y más
aún, sobre lo que va a pasar.
Ni siquiera se ha podido lograr un consenso sobre
cuál es la proporción del choque que está recibiendo hoy el país. La flotación del tipo de cambio
ha hecho una diferencia, pues gran parte del impacto ha sido absorbido por el
precio del dólar. Eso ha permitido que la economía siga creciendo y les ha dado
a las autoridades un margen de maniobra en medio de la tormenta.
Sin embargo, todo indica que todavía quedan grandes
amenazas, pues el golpe que produjo la caída en los precios del crudo
representó una reducción permanente en el ingreso nacional, que el propio
gerente del Banco de la República, José Darío Uribe, estima en casi US$12.000
millones en 2015 y US$6.000 millones adicionales en 2016. Esos ingresos prácticamente
desaparecieron para Colombia; si se trata de cubrir ese hueco, el país tiene
que pensar de dónde va a sacar prácticamente 7% de su PIB en los próximos años.
Aquí
es donde la aritmética resulta inexorable. Los colombianos han venido gastando
más de lo que tienen durante una buena parte de la última década. Si se le
mezcla a eso una caída de 50% en uno de sus principales ingresos externos, se
entiende que el déficit en cuenta corriente haya llegado a esos niveles de
cerca de 7% del PIB. La literatura económica y, con especial énfasis, autores
como Catherine L. Mann, economista en jefe de la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde), y Sebastian Edwards han señalado
que un nivel de déficit en cuenta
corriente por encima de 3% durante varios años evidencia un problema
estructural de cualquier economía. De ahí que, según estos autores, dicha
situación resulte en una reversión de cuenta corriente.
El gran problema es que en Colombia –que muestra
números peores a los que sugiere la literatura– dicha reversión no se ha dado. Uno de los hechos que más
preocupa a los analistas económicos es que, a pesar de una fuerte devaluación,
las exportaciones colombianas no tradicionales no parecen reaccionar y, por el
contrario, cayeron de US$15.944 millones a US$13.935 millones en 2015. ¿Qué
consecuencias puede tener este panorama?
“En
una situación de desaceleración global, cerrar la cuenta corriente con base en
las exportaciones es casi imposible. Creo que lo ensayó Inglaterra en el 92 o
93 pero no le funcionó”, aseguró un banquero internacional que prefirió no ser
citado.
“La razón fundamental –aseguró– es que es
difícil exportar más a un mercado deprimido, sobre todo cuando muchos países
similares a Colombia están ensayando hacer lo mismo, pero con la ventaja de que
varios ya tienen una capacidad instalada existente, lo que
significa un costo marginal cercano a cero; a Colombia, por el contrario, le
corresponde hacer inversiones para acceder a estos mercados”. En una
circunstancia tal, con fuerte competencia, una caída en la demanda y enormes
necesidades de inversión en bienes de capital, las exportaciones no responden a
la devaluación tal y como se hubiese esperado. Por ese motivo, a pesar de que
el dólar ya superó la barrera de los $3.400, las exportaciones no han aumentado
como se quisiera para cerrar el déficit de cuenta corriente. Tampoco ha sido
suficiente la caída de las importaciones.
¿Qué
pasaría entonces si esta situación se mantiene y una devaluación adicional
tampoco impulsara las exportaciones? “Es muy posible entonces que el ajuste se
haga del lado del crecimiento interno. Si para este año el déficit de cuenta corriente se estima, digamos en 6%,
pero al largo plazo solo 4% es sostenible, tocaría entonces direccionar 2% del
PIB –que en otro escenario estimularía la demanda interna– a atender el déficit
de cuenta corriente.De este modo, déficit que no se cubra con mayores
exportaciones o menores importaciones, seguramente se financiará con menor
crecimiento”, explicó.
El
tema ya caló en las propias autoridades. Uribe, gerente del Banco de la
República, aseguró durante un evento de análisis de la coyuntura económica
convocado por Foros Dinero y
Davivienda, que “el punto central es que la caída del ingreso nacional tiene un
componente permanente importante. Dadas las condiciones no puede tratarse –ni
debe tratarse– como una caída temporal que nos lleve a pensar que podemos
seguir gastando como antes, financiándonos con ahorro del exterior con la
expectativa que en el futuro vamos a generar nuevos ingresos para pagar esa
deuda”.
¿Fórmula mágica?
¿Qué
pasa cuando hay un choque de este tipo y qué hay que hacer para combatir dicha
amenaza? “El déficit en cuenta
corriente no es el problema. Ese es el síntoma. Los problemas son
otros y la pregunta que queda por resolver es cómo vamos a enfrentarlos. Eso
depende de cuánto crezca el país versus cuánto consume”, explicó el economista
Juan José Echavarría en el mismo evento.
Aquí
es necesario volver a los asuntos técnicos: el propio ministro de Hacienda,
Mauricio Cárdenas, aseguró que es necesario reducir la absorción interna. Esto
significa dos cosas: primero, que sería
ineludible bajar el consumo privado, desacelerando la economía con un aumento
de tasas; segundo, que se necesita reducir el consumo público, por
medio de un ajuste fiscal que ojalá afecte lo menos posible la inversión.
Nadie sensato debería decir cosa distinta a que el
ajuste que se viene será doloroso, “una cirugía” de alta precisión, dice el senador Iván Duque. Todo
esto significa que, muy probablemente, el país está entrando a una era de
crecimientos mediocres. “Hay que tomar
una medicina amarga, pero hay que tomarla”, dice Nader Nazmi, economista
jefe para América Latina de BNP Paribas.
Es
claro que el consenso señala que una de las consecuencias de la actual
situación va a ser un menor crecimiento. Por ejemplo, dicho banco de inversión
francés prevé que el país este año podría crecer entre 2,4% y 2,5% con sesgo a
la baja, dado el ambiente externo más hostil para el país.
Credit
Suisse redujo su estimativo de crecimiento para Colombia de 3,2% a 2,5%, pues
los precios de las materias primas siguen cayendo, las condiciones de
financiamiento externo se complican y el programa de 4G podría sufrir cambios
en el cronograma y en el impacto esperado. Para 2017, Credit Suisse dejó su
pronóstico en 3,3%.
Sin
embargo, de acuerdo con el sondeo que hace mensualmente Focus Economics, hoy los analistas más pesimistas con el
crecimiento del país son los de Bank of America Merrill Lynch, que tienen un
pronóstico de aumento del PIB de tan solo 1,7% para este año y de 1,4% para el
entrante. En una presentación en diciembre pasado, Francisco
Rodríguez, economista a cargo de la región Andina del Bank of America, sostuvo
que ante un escenario permanente de precios bajos del petróleo es previsible un
default en Venezuela, una recesión profunda en Ecuador y un severo ajuste
fiscal en Colombia.
“El desempeño relativamente mejor de Colombia
frente a sus vecinos es un fenómeno temporal causado por un rezago ante la
crisis, que se siente menos en el primer año, pero que luego sí
golpea con fuerza”, comentó Rodríguez.
Su
análisis es que a medida que el país se va volviendo más pobre por efectos
cambiarios importa menos, pero no necesariamente exporta más, y eso reduce la
inversión y la producción. Por el lado del Gobierno, al tener menos dinero se
ve obligado a gastar menos y eso afecta la parte del PIB que es impulsada por
el sector público.
Para
Rodríguez la ventaja del Gobierno es que, aunque la regla fiscal lo restringe
para no aumentar su déficit, las regiones no tienen que cumplir con dicha regla
y han podido gastar, lo que ha tenido un efecto favorable para la producción.
Sin embargo, esto fue posible gracias a que el año pasado hubo cambio de
gobierno en las regiones: los alcaldes y gobernadores salientes gastaron más
para concluir las obras; este año no se sentirá ese efecto, pues los nuevos
mandatarios apenas están empezando.
Este
analista de Bank of America también cree que Colombia va a entrar en un periodo
de bajo crecimiento. “Datos de distintos países muestran que es muy difícil que
una economía que sufre un shock externo de la magnitud del que actualmente
enfrenta Colombia no experimente una desaceleración importante y nosotros no
encontramos ningún argumento convincente para creer que Colombia sea la
excepción”, recalca.
Las autoridades tendrán que mostrar mucha sindéresis
para adoptar las medidas necesarias. El Banco de la República ya empezó a hacer
lo suyo. Los recientes aumentos en tasas de interés sin lugar a dudas van a
desalentar el consumo en algún momento. Sin
embargo, la efectividad dependerá de nuevas alzas de los tipos de interés o de
una reducción en la inflación, pues hoy seguimos con tasas negativas; un
escenario que, por el contrario, favorece el gasto.
Quedan por ejecutar las otras políticas de ajuste.
Primero el recorte fiscal, que igualmente tendría que ser drástico para lograr
su efectividad y, segundo, un aumento en los ingresos del Estado a través de la
reforma tributaria que va a coincidir con la agenda política en las
negociaciones de paz del Gobierno con las Farc en La Habana. De hecho, ya el Gobierno aseguró
que presentará la reforma tributaria en el segundo semestre. Todo porque en la
primera parte del año enfocará sus esfuerzos en firmar en marzo la negociación
con las Farc –como lo anunció el presidente Santos en septiembre pasado– y para
sacar adelante el plebiscito. Si no se firma la paz en este semestre va a
coincidir con la anunciada socialización de la reforma tributaria por parte del
Gobierno y su presentación ante el Congreso después de julio.
Si el ajuste se demora, las agencias calificadoras
podrían empezar a mirar con desconfianza a Colombia. Si nos reducen la
calificación, el flujo de capitales hacia el país podría cerrarse y precipitar
el ajuste.
Por
eso, es necesario insistir en que
el panorama es crítico. El presidente de la Asociación Nacional de
Instituciones Financieras (Anif), Sergio Clavijo, advirtió que aun si se aplicara
la totalidad de la reforma propuesta por la comisión de expertos, el recaudo
aumentaría solo dos puntos del PIB. Eso haría necesario un ajuste permanente
adicional de un punto del PIB en los gastos del Estado.
¿Qué
tanto hay que enfriar la economía para reducir el déficit de cuenta corriente?
¿Qué tan grande es el riesgo de que dicho enfriamiento se convierta en una
recesión? ¿Hasta dónde llevará las tasas de interés el Banco de la República?
¿Qué tanto se afectará el país por una desaceleración en China y una recesión
en Brasil? ¿Cuál efecto contagio vamos a tener? ¿Qué probabilidad tenemos de
que las agencias calificadoras modifiquen nuestra nota, como ya le ocurrió a
Brasil? ¿Cuáles van a ser los motores de crecimiento? ¿Cómo conciliar la agenda
del proceso de paz con las reformas y ajustes urgentes?
Estas
son algunas de las preguntas claves que los interesados en los asuntos
económicos se plantean hoy. Lo que es necesario decir con claridad es que se
trata de una situación que no parece tener una salida fácil; más preciso aún,
no parece que Colombia pueda buscar una solución que no resulte dolorosa: mayores tasas de interés, recortes del gasto
público y aumento en los impuestos parecen ser la mezcla de políticas que
tienen que implementar las autoridades para impedir que la estantería se venga
abajo, golpeando incluso el consumo y el crecimiento. Vacilar en adelantar las medidas o
equivocarse en su implementación puede pasarle cuenta de cobro a la economía
colombiana en un futuro muy próximo.
Fuente:
Dinero.
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